PARECE QUE YO FUI UN POKEMON

En realidad no estoy seguro, pero parece que fui un pokemon. Bueno… a decir verdad nunca tuve muchas características de lo que hoy se conoce como los “pokemones”.

En primer lugar nunca “poncié” (práctica usual entre pokemones). Y “poncear”, para los que todavía no se han caído de poto sabiendo lo que significa, es nada menos que besarse con la mayor cantidad de hombres, mujeres, animales, plantas o lo que sea, muchas veces en una misma fiesta. Yo con suerte di un beso a los 18 y creo que el siguiente habrá sido… ¿a los 22?

Tampoco escuché mucha música japonesa. Mi mayor acercamiento con la cultura nipona fue Robotech y un par de fotos de unas chinitas vestidas de escolar, con faldita escocesa y cara de “¿me enseñarías matemática, papito?”.

Así que, de verdad, no creo haber entrado en la calificación que se usa por estos días. Sin embargo hay un detalle que me hace dudar. Y aquí debo enviar un sentido mensaje a mi abnegada madre, que me cortó el pelo durante tantos años, en mi época colegial. Te equivocaste en una década, mamá.

Porque hoy día un “machetazo” tiene toda la onda. Va usted por la calle y el pokemon promedio está lleno de “machetazos” y “pelones” en su corte de cabello. Pero para el estudiante promedio de 10 o 15 años atrás, el machetazo no era precisamente una virtud. Era… cómo decirlo… ¿un error?

Y no quiero ser mal hablado. Mi madre tuvo a bien evitar que mi cráneo fuera depositado en manos extrañas y mi pelo se convirtiera en otra víctima de esos peinados “regular corto”, “militar” o “ca’eza ‘e callampa”, que siempre odié. Sólo digo que la prolijidad pudo haber estado más acorde a los tiempos.

Porque tampoco andaba con el casco a puro “machetazo”. De hecho, me atrevería a decir que no habrá habido más de una irregularidad por cada corte de pelo. Pero el asunto es que no era la época, no más. Hoy en día, hasta sexy me hubiese quedado el cuento. ¿Cuánta pokemona andaría vuelta loca mirándome el mechón parado o el tijeretazo indomable detrás de la oreja? Si la cosa está clara: el mismo corte, pero 15 años más tarde y estaríamos matando, mamá.

En todo caso, no es una queja. De hecho nunca he andado muy a la moda, y más encima, en esto creo haber sido pionero (gracias a mi madre, precisamente). Así que seguramente el corte que llevo hoy día será furor en el 2025. ¡Sáquenme fotos!, ¡sáquenme fotos!, en una de esas me convierto en ícono de la nueva tribu urbana del bicentenario.

Estos pokemones… Por dios, que dan tema, ¿no?

(Ah, se agradecen las fotos a la "Zona de Contacto" de El mercurio. Están mu wenas)