Para qué le voy a mentir… La actualización de este blog (el cual no había sido renovado desde mediados de enero, debido al merecido asueto de la vacación protagonizado por el autor), iba a convertirse en un gran evento. Teníamos pensada nueva gráfica y todas esas sorpresas que blogspot permite generar con facilidad, porque vienen todas pre hechas. Pero, cuento corto: hubo un terremoto (y maremoto, la hueá Brígida, ¿no?)
Y ya que estamos siendo honestos, tendré que admitir tres cosas importantes. Primero, que para el “terrible ni que movimiento” estuve a 30 segundos de encontrarme sentado -adivine dónde- ¡en la taza del water! (… evidentemente haciendo caquita, porque no soy ni seré jamás de los que se siente para una simple meadita, no señor).
Ocurre que mi siempre traviesa panza estuvo a punto de hacerme una de sus tradicionales jugarretas nocturnas (esto es, una poco rítmica sinfonía intestinal acompañada de molestos dolores en las cercanías del bajo vientre), pero no cedí a sus retorcijones -decidiendo hacer cualquier tipo de evacuación al día siguiente- y fue así que me evité la espantosa anécdota de haber pasado un sismo grado 8 con el trasero embadurnado en heces.
Lo sé… no sería nada comparado con todo lo ocurrido en las regiones afectadas. Pero déjeme solazarme con la tranquilidad de saber que mis vecinos no vieron la deshonrosa imagen que hubiese significado tener a este pobre chiquillo a poto pelado y con el popín a medio evacuar, justo después del terremoto de nuestras vidas.
De todas formas, y como nota al margen, puedo decir que con el terremoto no me cagué, a pesar de lo cerca que, fisiológicamente hablando, estaba ya del asunto.
Segundo, que me reconcilié con Chile -luego de los saqueos y toda esa vergonzosa muestra de lo peor que tenemos- al ver que la cifra obtenida por la Teletón “Chile Ayuda a Chile” resultó claramente mayor que la imaginada… (meta de la que me siento orgullosamente partícipe, tras una donación que mi conocido espíritu “ahorrativo” nunca hubiese imaginado).
Y la tercera. Que hoy más que nunca me confunde eso de la “madre naturaleza”. Porque, claro, uno podría decir que fuimos ultra golpeados por la madre naturaleza, pero créame que en estas circunstancias me complica harto llamarla “madre”. Es que de la mía recuerdo su merecido coscacho o su buen tapabocas cuando decía yo alguna grosería. ¿¿Pero esto?? Es como si nuestra madre nos diera el tapabocas, un par de palmetazos, nos meara y nos metiera la cabeza en el water.
Pero, en fin, es hora de seguir adelante, de ayudar mucho y de agradecer.
Es por eso que agradezco principalmente (dado el carácter internacional de este blog) las muestras de apoyo y cariño que por la vía de la internet muchos amigos extranjeros me han hecho llegar, y por mi intermedio a Chile entero.
De corazón, gracias por la preocupación y el apoyo.
Ah… y hemos volvío. Para quedarnos, así que Serefranco hay por mucho rato.
(Deje no más su saludo de apoyo, su tallita de ánimo, en fin. Todo será bienvenido)