"Convérsalo con la almohada"

“Convérsalo con la almohada”. Es la recomendación que habrá escuchado más de alguien cuando se encuentra complicado justo en medio de una decisión. Pero, ¿se habrán escuchado las personas que recomiendan eso, mientras lo están diciendo? Parece que ninguno se detuviera un segundo a pensar en la barbaridad de la que está hablando.

Y lo que es peor. Pretenden que en el diálogo con una almohada uno llegue a alguna decisión coherente. Por último recomendarle a uno conversar con un libro o con un reloj. Pero ¿con una almohada? No me imagino adminículo inanimado menos serio para entablar una conversación. Sobre todo esas almohadas blanduzcas que de sólo mirarlas se doblan. ¿Qué me podría aconsejar alguien así?

Y hay almohadas y almohadas, así que para comprarme una, ¿cómo es el sistema?, ¿primero la invito a salir? Es que en una de esas tenemos gustos diferentes y después me recomienda puras pelotudeces.

Lo más triste es que he escuchado a gente que parte diciendo: “lo conversé con la almohada”. O sea, no sólo hay quienes lo recomiendan. También están los que practican el curioso hábito. Y para colmo se roban el mérito por una decisión que tomó su almohada.

Claro, porque la frase parte con un: “lo conversé con la almohada…”, pero sigue con un: “… y tomé una decisión”. Lo que claramente es un aprovechamiento de marca mayor, ya que la decisión fue de la almohada. ¿O me va a decir que si lo hubiese tenido todo tan claro, se hubiese puesto a conversar con un cojín?

Y frente a alguien que dice hablar con su almohada sólo quedan dos opciones. O el tipo está severamente deschavetado o simplemente posee un talento sobrehumano. Y si es la segunda, qué honor, porque es probable que pueda hablar con los floreros, el refrigerador, la linterna, el timbre y cuanta cosa se tope por ahí. Pero, así y todo, me sigue pareciendo curiosísimo que, para tomar una decisión, escoja a la almohada como consejera.

Por mi parte jamás confiaría en alguien que me dice que conversará con su almohada. ¿Con qué me va a salir después? ¿Va a decir que cambió de parecer porque el tenedor le dio una mejor idea?

Por último un “lo conversaré con mi abuelita” o con “mi tío”, o “con mi brother”, aunque esa última suene más flaite. Pero la almohada es un recurso demasiado enfermo. A otro perro con ese hueso, que a las almohadas parlanchinas yo no les creo nada.

A menos que esta noche mi almohada me susurre al oído algo así como: “¿qué onda lo que leí en tu blog?... ¿alguna mala cara?”.

Si eso pasara, prometo a primera hora de mañana emitir el correspondiente posteo con disculpas públicas. Porque muy almohada será, pero si he cometido cualquier falta de respeto con ella, bien merece una disculpa.

Feliz Navidad, mis simpáticas y simpáticos lectores. Y muchas gracias por venir.