Sobre pilines y otras yerbas...

Mientras secaba mi enjuto y esmirriado cuerpo tras la ducha matinal, vi en televisión a Néstor Cantillana -tradicional actor de las teleseries de TVN- que en contacto en directo con “Buenos Días a Todos” contaba que para su personaje en “Viuda Alegre” debió encontrar un clásico modelo de slip de los años ’80… Vaya usted a saber para qué.

El hecho es que gracias a la clara descripción de Cantillana (le describió como: “esos en los que se sacaba el pirulín para el lado”), me di cuenta que se trataba de unos calzoncillos que yo mismo había usado en mi más tierna infancia.

Generalmente eran celestes y efectivamente poseían un curioso diseño que permitía (hipotéticamente) extraer el pirulín afuera a través de un recoveco, con el objeto de orinar o ejecutar la acción que el usuario considerase necesaria. Un adminículo que, una vez puesto, se me veía muy similar al que se observa en la fotografía de la izquierda con la que he querido graficar este texto para solaz de mis lectoras.

Digo yo, pues, ¿en qué estaría pensando el diseñador cuando estimó que uno celebraría buscárselo, y sacarle por un costado mientras la tela lo apretujaba dolorosamente?

Quizás las chicas que leen estas líneas no imaginen la molestia, ya que nunca han lidiado con un trozo de humanidad colgando entre sus piernas, pero créame que la peripecia no era agradable. Y lo sé porque alguna vez intenté, así como jugando, el malabar de extraer mi pirulín por la ventanita del calzoncillo… Y craso error.

Pobrecillo él. Ahí amoratado, intentando hacer lo suyo mientras un calzoncillo del demonio le cortaba la circulación como quien busca deshacerse de su peor enemigo. Una especie de boolling “calzoncillo-pilín” que algún diseñador inescrupuloso intentó masificar en las entrepiernas del mundo.

Porque ya. Hagamos ficción… Pensemos que fue factible y conseguimos extraer el miembro por la ventanilla. El paso siguiente igual nos pondría frente a una disyuntiva, ya que no he conocido pantalón alguno que tenga su cremallera en un costado (por donde se estaría asomando el "coso"), lo que implicaría volver a curvar nuestro invertebrado amigo para poder asomarlo definitivamente al exterior… ¿O sea? Un ejercicio sobrehumano que ningún pines poco habituado a los avatares del porno estaría en condiciones de cumplir.

La solución, por tanto, sería bajarse los pantalones para poder orinar por la ventanita del calzoncillo. Pero dígame usted. Si nos bajamos el pantalón, ¿qué costaría bajar también un par de centímetros el calzoncillo para sacar por ahí, en condiciones normales, el miembro viril? Y si así procedemos, ¿para qué queremos la famosa ventanilla?

Ya le digo. El diseño aquel es de una inutilidad de proporciones bíblicas y celebraré si algún lector confiesa haberle utilizado con éxito.

Pero no puedo despedirme sin antes consultar a las damas por alguna prenda de características similares. ¿No habrá por allí su sostén de tres copas?, ¿o su bikini con chiporro? No sé… ¿alguna prenda de la que podamos sorprendernos?

Le dejo la inquietud y muchas gracias por venir.